Entre Sombras


¿Dónde está? – preguntaba el hombre. Corría desesperado entre habitaciones vacías, deseaba, buscaba y no hallaba…

Ésta es la historia del hombre que perdió su sombra, la historia del hombre que se sentía solo, que daba todo por perdido. El muchacho no solía preocuparse de aquel detalle, no le importaba su soporte oscuro, a las faldas de su existir no había nada más que una seguridad vana que generaba su ilusión y su continua expectativa. Chico de fiar que se fio mucho del resto, chico falso que no encontró en quién confiar; no porque estuviera solo, sino porque no confiaba en sí mismo.

El mundo le dio la espalda, o al menos eso creyó él. Lo encontró de rodillas contando las semillas en el suelo, diferenciando sus huellas en la lluvia, se encontró de espaldas contra el mundo, y un profundo resentimiento lo llevaron a esconder las semillas, a borrar las huellas. Decidió estar solo, ser autosuficiente, pero no sabía cómo.

Encontró que nada lo acompañaba, deseaba tener un perro. La anécdota me resulta un poco hilarante, el muchacho, solo, frío, buscaba una forma de distraerse y abstraerse entre los derredores del escondrijo que habitaba, y perdiéndose en los albores de la tenue luz que sofocaba la única lámpara que pudo haber hallado, decidió crear un amigo, y él quería tener un perro… así que juntó las manos y hundió la vista en el muro lateral esperando alguna forma, esperaba tener una conversación, algo que añoraba desde algunos años y se sentía en la capacidad de lograrlo. Sin vacilar, tomó la forma su mano, parpadeó lentamente, como el campeón que aguarda su victoria, despejó una sonrisa en el rostro y encontró el muro vacío… su sombra, al igual que su fe, se había ido.

Así descubrió el muchacho que no tenía sombra, y después de algún tiempo se decidió a buscarla. Corría y buscaba y seguía corriendo, navegando su mirada en el resplandor oscuro que irradiaba su orgullo, su temor. Buscó por todos los lugares que supo conocer, pero jamás encontró nada.

Y así culmino la historia de dicho hombre, una perfidia constante hacia sí mismo, un error que no supo afrontar. Me gustaría aconsejarle, pero ya está demasiado perdido… Lo curioso de la historia es que no encuentro la forma de hallar tu sombra si primero no te desnuda el sol.

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