Cortinas de Sal

Despierto y el sol penetra a través de mis ojos, renuentes a abandonar el sueño; despierto y me siento ligero, soy una pluma que dirige las voluntades del viento y deshace el crujir de los truenos; despierto y ya estoy consciente, me encuentro en medio de la nada, la gravedad me rodea y atrae desmesuradamente, giro y el sol desaparece de mi vista, cambiándolo por la inmensidad de un océano salvaje e indómito que se extiende a lo largo y ancho del horizonte, mis párpados se resisten a observar lo ocurrido, prefiriendo la oscuridad antes que ver su destino… ya no veo, de pronto estoy ciego, mi vista no responde y; sin embargo, no puedo abrir mis ojos, siento que fueron sellados con la esperanza de alimentar un vano devenir, siento que tengo un billete pegado entre cada pestaña y una moneda entre mis oídos, porque tampoco puedo escuchar, el constante silbido de las ráfagas raspantes en mis orejas se desvaneció y parece no regresar, qué hago… la realidad envuelve mi ser y el aroma del agua salada se hace cada vez más intenso, pero a la vez inútil; cuando empiezan a huir mis sentidos y yo sólo me siento engañado me doy cuenta de que, en efecto, estoy cayendo.

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Este pequeño relato lo escribí hace ya algunos meses, exactamente el 30 de Marzo de este año (2011). Aún me parece curioso y ambiguo por la interpretación tan irreverente y lógica que podría encontrar, pero no me aventuro a hallar ninguna, pienso que así es más interesante.
Sólo quería compartir aquel texto, gracias.

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